29 de septiembre de 2013

Un gran adiós para una gran amiga.

En estos momentos no me salen las palabras, y todo lo que tengo que decir no debe ser olvidado.
El impacto de tu partida me ha dejado sin habla. Símplemente es algo que nunca creí que iba a ocurrir....
Tú eres quien me acompañó en mis altas como en mis bajas, en las buenas y en las malas, en la salud y la enfermedad. Sin embargo, ahora creo que yo no fuí igual de condicional contigo, y me doy cuenta ya cuando es muy tarde.
Fuiste quien me soportó en todos mis momentos de ira, tristeza, melancolía, y nunca pediste nada a cambio.
Pasamos momentos increibles juntos, y aunque tú también tuviste momentos pesados, lo soportaste, con tu casi interminable fuerza, la cual siempre se quedará conmigo, y, pensándolo mejor, me doy cuenta que tu mayor virtud fue tu fuerza. Siempre impávida a toda adversidad, y todos estos años me demostraste que podías con cualquier desafío que la vida te arrojara, y sin tí, hace mucho tiempo me hubiera derrumbado.
En fin, he de dejarte partir...
El fin ha llegado y debo seguir viendo hacia el horizonte, superar tu ida y seguir mi historia, sin olvidar todo lo que me has enseñado, nuestro buenos momentos, y que el recuerdo de tu partida solo sirva para hacerme una persona mejor.



Adiós, y gracias totales.
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¡Jamás te olvidaré!

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